Y la soledad se volvió mi amiga, tal fue el grado que convivir con ella era algo cotidiano, la vida se empezó a volver un poco más fácil, mi autoestima empezó a subir, era la persona más popular del mundo, al menos según mi percepción y sin darme cuenta estaba siendo presuntuosa, algo egoísta e hipócrita conmigo misma, eso me puso más triste que nunca, no podía contárselo a nadie si bien en mi secundaria había psicóloga, no había forma de que le tuviera la suficiente confianza, no de buenas a primeras.
Es entonces donde lo conocí, hermoso y brillante, sin pensarlo empecé a admirarlo, se enterraba en mi piel y se metía en mis sentidos, dibujaba corazones, lastimaba mucho más allá de la zona sub cutánea, mi piel estaba marcada por sus mentiras y aun así yo estaba segada por su brillo, sin ver su filamento y compas se llamaba, dejo huella imborrable en mi piel y el principio de las heridas de mi corazón…
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