viernes, 7 de octubre de 2011

EN LA VEJEZ

Cuando hablamos de suicidio, siempre se viene a nuestra mente una persona joven, la mayoría del tiempo un adolecente. Pero a pesar de que el suicidio en personas jóvenes sea uno de los más populares, no debemos dejar de lado a las personas mayores.
En base a investigaciones se ha determinado que los ancianos tienen la mayor tasa de suicidio. Debemos profundizar en este tema, ya que, las personas mayores están constituyendo el segmento de más rápido crecimiento. Debemos aprender a identificar los diversos factores de riesgo para minorar en cierta medida esta conducta.
Debido a su edad y experiencia, se sabe que esta conducta en los siguientes rasgos que la distinguen de las demás conductas suicidas:
a) Realizan menos intentos.
b) Usan métodos mortales.
c) Reflejan menos señales de aviso.
d) Dichos actos son premeditados, reflexivos.
e) Pueden asumir la forma de suicidios pasivos (dejarse morir).
El volvernos viejos, trae con el muchos factores que hacen que las personas se sientan inútiles, abandonar el trabajo, no se puede hacer mucho esfuerzo físico, problemas sexuales y sobre todo se empieza a pensar en la muerte en etapas previas; es por esto que muchos de los ancianos, cuando están enfermos, no aportan señales de síntomas, ya que temen que se les diagnostique una enfermedad grave o porque les da miedo asumir sus dificultades en el proceso de envejecimiento.
Dentro de esta etapa se está propenso a sufrir  ciertos problemas físicos, algunos de los más comunes  la patología artrítica, que afecta la locomoción; las enfermedades cardiovasculares, que limitan el ejercicio físico; la enfermedad neurológica, que compromete la función intelectual, y el cáncer, que ocasiona dolor, dependencia y muerte.
No solamente son problemas físicos a los que nos enfrentamos al llegar a la vejez, sino también una serie de problemas  emocionales, tal como lo es la depresión, la cual se alude por presiones ocasionadas por la jubilación, la dependencia de otras personas, muerte de familiares y amigos, la perdida de seguridad económica, la soledad, entre otras.
El intento de suicidio en esta etapa de la vida es un grave problema, pues la mayoría del tiempo se trata de suicidios premeditados, los métodos utilizados usualmente son muy violentos, sobre todo si la persona sufre de alguna enfermedad y está bajo tratamiento, ya sea para enfermedades  físicas o mentales.
En esta etapa es muy común que la depresión se manifieste adquiriendo una forma de presentación demencial, sobresaliendo la confusión mental, desorientación en tiempo y espacio, habilidad afectiva e incluso incontinencia urinaria.
 Según el artículo “EL SUICIDIO, COMPORTAMIENTO Y PREVENCIÓN” del Dr. Sergio Andrés Pérez Barrero, la mejor firma de clasificar los factores de riesgo en los ancianos, se pueden dividir de la siguiente forma.
 A. Factores médicos:
1. Enfermedades crónicas, terminales, dolorosas, invalidantes y discapacitantes.
2. La hospitalización periódica del anciano, así como ser sometido a intervenciones quirúrgicas frecuentes.
3. Los tratamientos pro depresivos.
4. Las enfermedades pro depresivas.
B. Factores psiquiátricos:
Se incluyen las depresiones de cualquier etiología, el abuso de drogas o alcohol, los trastornos crónicos del sueño, las psicosis delirantes paranoides con gran desconfianza y agitación, y la confusión mental.
C. Factores psicológicos:
Los ancianos que sufren de sentimientos de soledad e inutilidad, inactivos, aburridos, con falta de proyectos vitales y con tendencia a revivir el pasado.
D. Factores familiares:
1. Pérdida de seres queridos por muertes naturales o por suicidio
2. El abuelo "pin-pon" es otra condición de riesgo suicida y se produce con la migración forzada del anciano (le “rotan" entre los familiares).
3. El ingreso en un hogar de ancianos.
E. Factores socio-ambientales:
1. La jubilación.
2. El aislamiento social.
3.  La actitud hostil, peyorativa o despreciativa de la sociedad hacia el anciano.
4. La pérdida de prestigio.
Las personas mayores son igual de importantes que los demás, no los hagamos sentir mal con nuestros comentarios, nuestras acciones. Acuérdate también que ellos son nuestro pasado, sin ellos no estaríamos donde estamos ahora. Aprovecha a estas personas que tal vez puedas aprender  mucho de ellas.  Y recuerda  “Nada nos hace envejecer con más rapidez que el pensar incesantemente en que nos hacemos viejos.”

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